A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


viernes, 27 de septiembre de 2013

CUMPLEAÑOS DE MI NIETO GABRIEL




PARA TI  ESTE GRACIOSO MONIGOTE,

 HECHO CON FOTOCOPIA DE TORNILLOS, CLAVOS, ETC.  

Mi querido Gabriel: otra vez de fiesta, y hoy con motivo de tus cumpleaños: ¡Diez añazos! Esta mañana, nada más abrir los ojos, me dije: ¡qué gran día este en el que mi Gabriel cumple años de aquel emocionante momento de su nacimiento!
Tenía que habernos visto a todos allí, cerquita del quirófano dónde tu madre estaba a punto de traerte al mundo.
Poco a poco nos íbamos quedando en silencio, pendientes todos de ser los primeros en oír tu precioso llanto con en que todos entramos en esta vida.
Y así fue. Al oírte nos miramos y a una exclamamos: ¡Bieeen! Creo que todos nos emocionamos, pero esta abuela tenía en el recuerdo tantas cosas… Sobre todo, ya lo imaginas, al abuelo Mariano.
Sí, porque él no tuvo tiempo de vivir momentos de tantas emociones como estos, aunque yo creo que sí, que aunque no lo viéramos, estaba allí con nosotros y con tu  madre, mi querida hija Belén, que tuvo que pasar por una cesárea y por muchas cosas más con motivo de tu nacimiento, pero, ¡qué valiente!, ¡qué generosa y excelente madre!
Mira, mi precioso Gabriel, una de las cosas más maravillosas que se pueden vivir es, precisamente, esta: esperar el nacimiento de un  nuevo hijo, nieto, etc. esperar la vida.
Bueno, ya tienes  diez años, pero siempre has sido un niño muy especial, y no lo digo porque sea tu abuela: es así tal y como lo digo, tras  conocer y tratar a tantos niños y niñas como han pasado por mis aulas y por mi vida. Eres sumamente ordenado, responsable, delicado, etc. etc. Y es por eso que tus cosas siempre me han emocionado. Recuerdo aquel día que veíamos fotos. Tenías cinco años y tu hermano tres. Él estaba muy gordito y no le gustaba verse. Tú le decías: ¡Si ese soy yo, so tonto!
Jamás, jamás podré olvidar aquella lección de amor que me diste, ni podré olvidar el cuidado con el que le dabas el biberón a Gonzalo y, ¡tantas y tantas cosas impropias de tus pocos años!
Un beso muy grande, cielo mío, que te quiero mucho más de lo que nunca, nunca podrás imaginar. 


¡Que ternura más grande!

sábado, 21 de septiembre de 2013

Llega el otoño con mis nietos y nietas



Y tú, mi precioso chiquitín, tendrás siempre un tobogán 
para deslizaarte por mucho miedo que te dé. 
¡Agárrate bien y, al toro!

Llega el otoño, mis queridos y preciosos nietas y nietas. Estación del año que a mí siempre me ha gustado de forma muy especial, porque es como si todo volviera a tener sentido: un cojín, un cuadro, una maceta, un paseo... 
Ya sé que a vosotros os gusta más el verano, las vacaciones, la playa, y todas esas cosas que son estupendas, pero lo que hoy quiero deciros, y me la estáis oyendo todos los días, es que cada estación y hasta cada minuto es una oportunidad que nos da la vida para vivirla a tope.
Hoy, como todos los días, estuve un rato sentada en el jardín. Hacía fresco, pero era una maravilla observar cómo iban cayendo hojas de los árboles, cómo los paseos de albero estaban húmedos por el riego todavía de días pasados, cómo los ancianos, pocos, buscaban ya un rayo de sol, cómo los gigantescos árboles, cuajados de verdes, se iban matizando de tonos dorados… De verdad que no tenía ganas de volver. Sí, me hubiera quedado allí, ¡pues yo qué sé! Pasaban trenes, algún que otro abuelo con un pequeño en bici,silencio, fresco...
 Alguien, al pasar me dijo: ¡Qué solita está! Y no, no estaba sola. Os escribía esta carta y es por ello que estabais tan presentes como si me rodearais en aquel banquito.
¡Ah, bueno! También, ¡como no!, mi cámara. A cada foto que hacía, me repetía: para que las vean mis nietos y nietas.
Y, bueno, ahora se me está ocurriendo transcribiros un cuentecito muy breve a propósito del otoño.    

Un árbol de hoja caduca fue sembrado en un hermoso jardín. A su alrededor crecían viejos árboles de hoja perenne como el pino, el alibustre, la palmera... Cuando llegó el invierno, el árbol de hoja caduca, ante la expectación de todos, perdió sus hojas. Con sorna y algo de compasión, los demás árboles se dirigían a él: ¡Qué pena nos da de verte -comentaban- ¿Acaso estás muerto? Tus ramas secas resultan punzantes, viejas, desapacibles. Las nuestras, en cambio, siguen siendo frondosas, verdes...
El árbol de hoja caduca, reservado y silencioso, resistía las heladas y los fuertes vientos, protegido, no obstante, por el cálido rescoldo de la savia que le alimentaba en sus adentros.
Cuando llegó la primavera, poco a poco, comenzaron a brotar yemas, hojas, ramas espléndidas que de un verde nuevo parecían izarse al cielo, alargando sus brazos en frescas sombras y refugio de cuántos pajarillos acudían al jardín. Los árboles de hoja perenne lo miraban y se decían:  ¿Qué milagro es éste? ¿De dónde tal frondosidad y verdor? ¿Acaso ha resucitado de la muerte? ¿Acaso pretende darnos lecciones de hojas y ramas?


Esta mañana en el jardín. Pensé: ¡qué bella es! 
En su vida dio  sombra y verdor. 
Merece  la eternidad.
Y la fotografié para vosotros.

El árbol de hoja caduca, adivinando sus pensamientos, y con gran humildad, les dijo: Siento, hermanos, vuestra torpeza al juzgarme en mis aparentes  horas bajas. ¿No veis cómo sale la mariposa del capullo y alza sus vuelos en irisados colores, cuando llega la primavera? Así, durante el invierno, mis hojas viejas me abandonaron, pero mi sangre siguió regando lo más profundo de mi ser. De esta manera cada año, puedo estrenar vida. Yo no sabría qué hacer con las mismas vestiduras que me nacieron el día de mi alumbramiento.
¿Qué os ha parecido? Ya hablaremos y discutiremos que es lo que más os gusta. besos mil-
                                                

Ya llega la lluvia
ya saco mi paraguas
y mis botas de agua
¡Bien..! Llega el otoño 



llegan las castañas

lunes, 16 de septiembre de 2013

Nuevas Tecnologías y mis nietos

¡QUÉ BONITO!


¡Cómo me acuerdo de mi mágico catalejo!

Mis queridos nietos y nietas: Cuando yo era niña, uno de mis juguetes preferidos era el catalejo. ¿Qué ni idea? Ya lo imagino, No obstante os he hablado muchas veces de lo bien que lo pasaba con aquellos juguetes sencillos y la mayoría caseros.
Pero, eso, que uno de mis preferidos era aquel canuto que nada más moverlo un poquito y mirar al fondo se veían formas mágicas que a mí me hacían alucinar.
Bueno, pues, hoy quiero deciros que está bien que andéis al corriente de los nuevos  avances en todo y que os comuniquéis con amigos, amigas, familiares, etc. pero, como ya os he dicho otras veces, me da pena, cuando os veo todo el día pendientes de los móviles como si  el largo y ancho del mundo estuviera ahí encerrado. 
Para nada cuenta la imaginación, el crear, el soñar... En definitiva, el convertiros en autores de  algo, aportando, así, nuevos caminos, nuevos universos por pequeños que sean.
De sobra sabéis que yo siempre llevo encima el móvil, dado que es un medio necesario para localizar y estar localizado. También, de vez en cuando, cuando veo algo bonito, le hago una foto y se la mando a un amigo, pero no es lo mismo que aislarse en un rincón para hablar con la amiga que está sentada al lado. Tampoco para sentarse a la mesa y no cesar de leer y enviar mensajes.
De ninguna manera, y lo sabéis, soy partidaria de que los mayores sermoneemos a los hijos o nietos. Así que no lo toméis esto como una lección, ni nada parecido. Solo, eso sí, como una reflexión en voz alta que os hago pensando en lo mejor para vosotros y vuestro futuro.
Y ya está. Ahora, y acordándome de mi catalejo de niña y con el uso de las Nuevas Tecnologías, os muestro mis pequeñas creaciones que seguro no sabéis cómo las he hecho.
 Para que veáis que la abuela no se queda atrás y sobre todo, le sigue gustando jugar y crear.
Os quiero mucho, feos/as








                                
¿Qué os parecen mis dibujitos, señores  y señoras del móvil?
 



viernes, 6 de septiembre de 2013

A clase con mis nietos y nietas



                       


Mis queridos nietos y nietas: Bueno, se acabaron, ahora sí,  las vacaciones, y no lo bueno, como suele decir mucha gente, cuando regresa al trabajo. 

Volver al trabajo, a las clases, al encuentro con antiguos y nuevos compañeros/as, maestr0s/as, al encuentro con vuestros  nuevos libros y lo más importante: retomar la gran aventura de aprender.

Me imagino que no estáis de acuerdo con todo lo que os digo, pero pensad por un momento cuántos niños, por muchas causas, como enfermedades, medios económicos, etc, no tienen la suerte de asistir a un colegio. ¡Qué no darían por madrugar, cargar su cartera y corred a la escuela! No todos tienen la suerte de aprender cosas necesarias y útiles para vuestro futuro.

De verdad que sois afortunados, aunque no lo veáis así ahora. Los seres humanos somos como vasijas vacías que precisan llenarse para valer algo. A medida que vamos dando pasos en el saber es como si abriéramos el grifo y nuestra vasija se fuera llenando poquito a poco. 

Tenéis que verlo así y tratar de, que no solo sean conocimientos, sino también valores como el amor, respeto, responsabilidad, solidaridad... ¡Uf, qué montón de cosas os esperan además de la mochila nueva y los libros!

Esta abuela que tanto os quiere, os pide que penséis unos momentos en todo esto. Estoy segura de que vuestras vidas serán maravillosas, lo cual no quiere decir que no encontraréis grandes y muchas dificultades, pero os ayudará la conciencia de haber ido llenando cada etapa de vuestras vidas.

Deseo que seáis conscientes del esfuerzo de vuestros padres para que no os falte de nada y también del interés de  vuestros profesores por hacer de vosotros hombres y mujeres de provecho en este mundo tal lleno de vanidades, hipocresías, envidias y tantas cosillas como  protagonizamos los humanos.

¡Ojalá vuestras vidas sean como antorchas encendidas que os iluminen el camino e iluminen a los demás!

Así que, ¡venga! Forrad libros, sacar puntas, poner a punto  ese vuestro querido estuche y con toda la ilusión del mundo, levantaos el lunes, dad gracias a Dios por todo lo que tenéis, gracias   a todos los mayores que os acompañan en esta gran tarea que es vuestra educación y aprendizaje. Os toca trabajar para ir llenando vuestro "cantarillo" hasta que rebose.

Mil besos de esta abuela que sigue pensando que la palabra maestra le viene grande. ¡Es tan maravillosa y trascendente!



La abuela en el cole. ¿Cuál es?