A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


viernes, 23 de mayo de 2014

Carta a mi nieto Gonzalo a su regreso


                               

Hoy,  puesto que se aproxima ya la fecha de tu regreso,  mi querido nieto Gonzalo, tras seis meses estudiando y disfrutando de tu merecida beca en  Escocia, siento una inmensa alegría al pensar que en pocos días estarás, de nuevo, con nosotros.
Seis meses que se nos han hecho muy largos a todos, especialmente a tus padres, y que si bien es la primera vez que sales  lejos  de tu casa, de la familia a la que tanto valoras y quieres, de tus buenos amigos y, sobre todo, de la vida cómoda donde todo, prácticamente, te lo has encontrado hecho, has sabido superarte, vencer dificultades, andar solo por el mundo, en una palabra.
Pero creo, no obstante, que lo   más importante, trascendente y ejemplar ha sido tu convivencia y complicidad con todos pero en especial con  esos compañeros japoneses con los que has compartido prácticamente todo. No tienes ni idea de cómo me he emocionado cada vez que al referirte a ellos los has llamado hermanos.
Eres todavía muy joven, pero quiero decirte algo que tan solo deseo sea una sencilla reflexión, más para los mayores que para ti. Cuando en este mundo los hombres se alejan por razones  variopintas –país, color, idioma, economía, prejuicios, etc. – cuando al diferente se le discrimina,   se le humilla y hasta medio se le llama basura, tú, en tus pocos años pero en tu gran sensibilidad e inteligencia, le llamas hermanos, te fotografías abrazados a ellos y los vives como lo que realmente son: personas con tus mismas necesidades, alegrías, dolores, problemas… Antes existían grandes fronteras entre países, hoy las fronteras o fronteritas se han elevado a tal potencia que entre un reducido grupo de personas,  se alzan como telón de acero que nos separa.
Vivir es algo apasionante, pero lo es más vivir conscientes de la gran provisionalidad que somos y de cómo tendríamos que respetar, ayudar y amar al prójimo que, más lejos o más cerca, pisa nuestra misma tierra y tiene por techo nuestro mismo cielo.



Desde que naciste te he acompañado con mis mejores y sinceras palabras, hoy no puedo dejar de repetirte, una vez más, cuánto te quiero y cuánto bueno te espera hacer en el mundo. En unos meses te has adaptado, has aprendido e intercambiado culturas, has convivido y has hecho amigos de todos los colores. Te felicito, mi querido Gonzalo, y felicito a tus padres que tanto han hecho por ti y ¡qué caramba!, yo también me felicito por tener un nieto como tú.