A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


viernes, 4 de julio de 2014

Felicito a mi nieta Isabel



Te puse alas,/ 
alas de mariposa,
ala de hada,
alas de bailarina,
alas de princesa
Y pudieras volar
de rosa en rosa. 

Mi querida  y linda nieta Isabel: De nuevo el día de tu santo y de nuevo  mis palabras, a pesar de que os dije  que ya solo felicitaría con carta a los chiquitines de la tita Belén, pero son tantas y tantas las cosas que quisiera decirte…

Es verdad que ya no eres la pequeña de muñecas, casitas y juegos. Te has convertido en una jovencita muy linda, y lo sabes, pero hoy  te voy a recordar un cuento que me regalaste un día escrito por ti sin que haya cambiado nada; ni tan siquiera una coma. Por cierto, tenías diez añitos. Casi seguro que no lo recuerdas, pero esta abuela  guarda  con llave todas vuestras cositas.
Vamos primero al cuentecito:

LA NIÑA QUE QUERÍA SER ESTRELLA
Érase una vez, una niña que todas las noches soñaba con ser una estrella. La niña se llamaba Sandra y tenía 10 años. Sus sueños consistían en poder ser una estrella y desde el cielo ver a toda la gente y las cosas que hacen. Ella quería viajar en avión para conocer una y casi tocarla.
Un día en una tarde soleada su madre le anunció que en las vacaciones irían a una ciudad que estaba muy lejos y que viajarían en avión. La niña se puso a chillar de contenta y se fue corriendo a anunciárselo a su mejor amiga Blanca.
Pasados tres meses, por fin llegó el día. Viajaron en avión y Sandra iba con la ventana abierta, de repente entró una cosa amarilla que brillaba mucho, y Sandra que no se lo esperaba pensó que aquella cosa era una estrella.
Y cuando la vio de cerca, era verdad era una estrella muy bonita y se puso a hablar con ella. La estrella le dijo que no era tan divertido ser  como ella porque no se divertían tanto como los humanos, todo el día estaban durmiendo y solo salían por la noche.
La niña, que era muy astuta le dijo que si le podía pedir un deseo, y la estrella se lo concedió. Le pidió que cada noche que pasara ella  pudiera verla como un lucero cuando brilla. Y desde ese día la niña desde su habitación siempre veía un lucero que brillaba mucho, esa era su amiga la estrella.
Y con esto quiero decir que lo que uno desea siempre se puede hacer realidad aunque sea en tus sueños.
Hasta aquí tu precioso cuento y tu conclusión que la leo y releo y siempre me emociona. Y hoy te la quiero recordar para que no dejes de soñar, ante todo y sobre todo, con seguir cumpliendo años, haciéndote mayor, pero luciendo siempre la luz  blanca de las estrellas que no es otra cosa que vivir de cara al mundo que te rodea para estar lista en colaborar con tus actos a hermanarte   con todos los seres humanos y entender que el amor, la ternura y todos esos valores de los que os vengo hablando  sea como la bandera que todos vean en ti.
Te quiero muchísimo y te sigo repitiendo aquello de…,.  Cuando te miro me veo, mi preciosa nieta Isabel, en tus juegos, deseos, sueños…. en tus  inocentes deseos  de mujer.