A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


sábado, 6 de diciembre de 2014

Cuento de Navidad para mis nietos/as

         Que nuestra luz la gastemos 
         al servicio de los demás,
al menos en estos días de Navidad

Queridos nietos/as: No, no me voy a olvidar de nuestra genealogía, pero la iremos simultaneando con  cuentos y otras cosas de Navidad  porque ya va quedando poquito y hay que prepararse.
Hoy un primer cuento.
EL HADA DE LOS CAMINOS
Dos hombres caminaban juntos por un camino   y en una noche negra: tropezaban, caían, se lastimaban... De pronto, de una montaña, comenzó a descender una  bola luminosa que, ante el desconcierto de aquellos  hombres, llegó hasta la tierra, posándose, justo, en medio de ellos. 
.¡Hola!  -dijo una voz musical-. Soy el hada  de los caminos que he venido para ayudaros. Os he visto caminar con tanta dificultad.... Voy a regalaros unas varitas  mágicas. Podéis encenderlas cuantas veces queráis, pero tened presente que la luz se irá gastando y puede llegar el momento que ya no alumbren más.  
Y dicho esto, le entregó las varitas y desapareció.
Uno de los hombres exclamó. 
-¡Bien! La encenderé en seguida; tengo prisa y  quiero caminar con mucha luz para no volver a tropezar.
 El otro hombre dijo: 
-Yo prefiero guardarla por si encuentro mayores dificultades; el camino es largo.
 En poco tiempo los dos hombres se distanciaron. El hombre que había guardado su luz, caminaba con precaución,  cuando oyó una voz que repetía: 
-¡Socorro! ¡Que alguien me ayude; me he caído en un pozo y no veo nada!
 Entonces, el hombre que llevaba la varita apagada, la encendió y ayudó a salir del pozo al pobre hombre que gritaba. 
-¡Bua, buaaa..!  -lloraba un pequeño- ¡Tengo mucho miedo. Me he perdido y no sé volver a casa!
 El hombre volvió a encender su luz para ayudar al niño. Así, a lo largo del camino, tuvo que ir encendiendo su varita luminosa para ayudar a cuantos caminantes andaban perdidos. Sucedió que, de pronto, oyó los quejidos de alguien que pedía ayuda. Era el compañero caminante que  habiendo agotado su luz, yacía mal herido en el camino. Cuando fue a encender su varita se encontró que ya se le había gastado; no tenía más luz.
-Te ayudaré, amigo. Has malgastado tu luz y ahora volvemos a estar los dos a oscuras. Pero, ¡oh milagro! El hada apareció de nuevo.
-Como has sido tan generoso -dijo- te convertiré en estrella del camino para que siempre des luz a los caminantes. 

El hada desapareció, pero el hombre, convertido en estrella, se encontró, sin saber cómo, guiando a unos Reyes Magos que iban a Belén para adorar al Niño Dios. Así, tras su luz, encontraron al Niño, y el hombre convertido en estrella, sigue en el cielo guiando  a todos los caminantes, y cada año, vuelve a ser la estrella muy brillante en todos los belenes del mundo.